¿ES VÁLIDA LA FORMA DE GESTIÓN TRADICIONAL?
CUESTIONANDO LA MANERA EN QUE SE DIRIGE
EL PROPÓSITO ORIGINAL DE LA GESTIÓN
La gestión se inventó - según el experto Gary Hamel - para resolver dos problemas:1. Hacer que empleados con pocas habilidades fueran capaces de realizar tareas repetitivas de forma competente, diligente, y eficiente.
2. Coordinar esos esfuerzos de modo que se pudieran producir bienes y servicios complejos en grandes cantidades.
O sea, para resolver problemas de eficiencia y de escala. La solución encontrada fue la estructura jerárquica, la definición precisa de roles, las reglas y los procedimientos.
Aún así, la gerencia debe crear las condiciones para mejorar la productividad del trabajador del conocimiento, lo que constituye un gran desafío.
Los oligopolios controlaban los flujos de información. Sólo había un puñado de canales de TV, con comerciales irritantes e insípidos que la gente no quería ver. Esto funcionó hasta que los consumidores comenzaron a tener acceso inmediato a muchísima información, con lo que cambió para siempre la relación entre el vendedor y el comprador. Ahora, a menos que el cliente esté deleitado, se puede ir a otra parte pues tiene más opciones.
Y cada vez más los clientes saben buscar información en Internet, comparar opciones, ver lo que antes sólo era del acceso del vendedor. Me recuerdo de un familiar comprando un iPhone: el vendedor estaba muy por debajo de él en el conocimiento de todas las características, ventajas, y beneficios del producto. ¿Cómo puede tener éxito un vendedor con estas desventajas?
Ante esta realidad, que ya está aquí en Nicaragua, las empresas tienen que encontrar formas de convertir a clientes pasivamente satisfechos en promotores de sus bienes y servicios. Eso usualmente requiere hacer cosas que se sientan, y que sean lo suficientemente diferentes para que la gente hable de ellas.
Ya no basta eliminar defectos. Los clientes esperan cero defectos. Y si ven alguno, se encargan de decir a muchos que los productos o servicios no son confiables. Deleitar a los clientes es ahora el objetivo primario, por encima de las utilidades, el retorno de la inversión, y la participación en el mercado. Esas cosas siguen siendo importantes, pero son más bien consecuencias de deleitar al cliente. Es preciso que en la empresa todo el mundo sepa con claridad cómo está contribuyendo a deleitar al cliente.
3. Fin progresivo de la división entre trabajo, aprendizaje, y diversión
Desde la Revolución Industrial se afianzó la filosofía reduccionista: para entender y mejorar un sistema, descomponerlo en partes y trabajarlas pos separado. Esta forma de pensar lleva a explicar un sistema describiendo sus partes. Fue extraordinariamente importante para entender sistemas complejos en todos los campos del saber.
Sin embargo, el reduccionismo implica el uso de la lógica formal, de las relaciones causa-efecto, del enfoque a las partes más que a las interacciones entre ellas, y a formas mecanicistas de pensar que no se aplican con éxito a situaciones humanas. Es decir, la incapacidad del reduccionismo para apreciar la complejidad de las interacciones humanas es una de sus grandes limitaciones. Y es una de las razones por las que en la gerencia tradicional se aprecian más los elementos técnicos que los humanos, y que se considere que todo se reduce a políticas, procedimientos, y flujos (de hecho, esta creencia es una de las grandes limitaciones de las ISO 9000).
No se comprende la naturaleza del sistema, y las esencias que se pierden cuando no se presta igual atención a las relaciones entre las partes que a las mismas partes. Pero, las principales propiedades de un sistema - las llamadas "propiedades emergentes"- dependen de la interacción entre las partes. Para más detalles, hacer clic aquí: "Un reloj desarmado no da la hora."
Una consecuencia del reduccionismo es la separación del trabajo, el aprendizaje, y la diversión. Por eso, en el trabajo no se suele aprender, y mucho menos divertirse. Y en donde se aprende no se trabaja ni divierte la gente. Tampoco en los lugares de diversión hay aprendizaje o trabajo.
El enfoque humano y moderno a la gestión lleva a que las tres cosas converjan en el lugar de trabajo. Así, la gente puede realizarse y ser feliz mientras trabaja. Aprende, se divierte y también trabaja.
La gestión tradicional, mecanicista y reduccionista no puede concebir esto. No puede entender que los organigramas son un artificio, ni que las personas son complejas, únicas, y NO son máquinas.
Un sistema así de gestión no es capaz de deleitar al cliente. Vive enfrascado en luchas intestinas de egos y poder, y no logra enfocar realmente a lo que importa más ahora: deleitar a los clientes.
La nueva gestión debe asegurar que el trabajo sea una realización personal integral y completa, con un adecuado balance vida-trabajo, y en donde las personas se sientan respetadas, útiles, y en un ambiente apropiado. Sólo así se logrará su compromiso real, sólo así se podrán integrar en equipos para deleitar a los clientes.
4. El sistema ha dejado de entregar
Si bien la infelicidad de los trabajadores y la insatisfacción de los clientes son grandes problemas, la causa raíz de esto es más profunda y menos obvia: en la creencia que la ganancia en productividad se logra concibiendo al trabajo como un sistema que se puede manipular para producir bienes y servicios.
Una vez que se logran producir bienes y servicios, al enfocar en el deleite del cliente aparece un desafío mucho más radical. Producir es algo finito, linear, y bajo el control de la gerencia; deleitar al cliente es diferente, sólo se puede lograr haciendo aproximaciones sucesiva y no es algo que esté asegurado nunca. Lo que gustó hoy, tal vez mañana no gusta. Y, como las expectativas van subiendo, es preciso innovar de modo continuo. La opinión del cliente es muy volátil.
Tampoco funciona la comunicación basada en enviar mensajes a los clientes y en decir a los trabajadores qué deben hacer. Ahora hay que tener conversaciones interactivas con esos actores, usar narrativas auténticas, hacer preguntas abiertas, y estar dispuestos a escuchar de verdad. Ya esto deja de ser una utopía para convertirse en una apremiante necesidad.
Seguimos, sin embargo, pensando que el sistema técnico es más importante que el sistema social, En la creencia que las cosas son más importantes que las personas.
Ya no basta con ofrecer al consumidor productos y servicios sin defectos y a tiempo. Eso es algo esperado. Si no se logra deleitar a los clientes, se irán a otra parte.
Para asegurar crecimiento a largo plazo, la empresas deben lograr que sus clientes sean promotores de los productos y servicios que se les ofrecen. Eso implica buscar constantemente nuevas formas de satisfacer, deleitar y sorprender al consumidor. Implica poner a toda la organización en función del objetivo principal de deleitar al cliente. Esto requiere conocer sus gustos, tendencias, preferencias, y sus necesidades explícitas e implícitas. Esto es demasiado importante para dejarlo en manos de Mercadeo. Es algo que tiene que estar en manos de los equipos que reiteradamente están en contacto con los clientes.
Esta realidad también exige que la gerencia cree los principios y las prácticas que permitan lograr este objetivo. Pero, ¿sabe hacerlo?
EL SISTEMA ES EL PROBLEMA
El problema central de la gestión está en el sistema implementado (la gestión tradicional) que constantemente restringe la capacidad de contribución de las personas, y prácticamente asegura que los consumidores estén insatisfechos. La gestión actual es como un carro empantanado. No hay forma de sacarlo ileso. Es mejor buscarse uno nuevo.Hay otras formas de gestionar, que ya se practican y revelan resultados impresionantes.Donde esto se ha implementado, la gente la pasa bien en el trabajo y mejoran su rendimiento de manera continua. Esta forma emergente de gestionar no sólo es más productiva que la tradicional, sino que libera las pasiones y energías de las personas, de modo que se fomenta un espíritu empresarial agradable y que permite deleitar al consumidor. Entonces los clientes se hacen promotores de los productos y servicios que estas empresas les ofrecen. De hecho, son sus mejores vendedores.
No se logra la productividad trabajando más horas extras, ni con sub-contratos o despidos. Se trata de aplicar un conjunto de principios de forma consistente y creativa.
Sí, deleitar al cliente cada vez implica que sus expectativas sean mayores en cada iteración. Esta espiral positiva sólo se puede lograr innovando de forma incesante para encontrar nuevas formas de deleitar al cliente con productos, servicios, experiencias, tecnologías, y modelos de negocios.
El nuevo sistema, que supera radicalmente a la gestión tradicional, se fomenta en 7 Principios.
LOS PRINCIPIOS
Si se piensan bien los principios, se terminan deduciendo las prácticas para implementarlos. Una idea de las diferencias de este método con la gestión tradicional se puede ver aquí:
CONCLUSIONES
En DAG Consultores nos hemos propuesto cambiar la forma en que se gestionan las empresas en Nicaragua. Nuestros esfuerzos con los equipos de gestión apuntan progresivamente en esa dirección. Hay mucho que hacer. !LLÁMENOS!