GESTIONE SUS MIEDOS APRENDIENDO A PREDECIR EL COMPORTAMIENTO VIOLENTO Sólo en los últimos dos años han muerto más personas en EU po...

GESTIONE SUS MIEDOS

GESTIONE SUS MIEDOS


APRENDIENDO A PREDECIR EL COMPORTAMIENTO VIOLENTO

Sólo en los últimos dos años han muerto más personas en EU por disparos de armas de fuego que en toda toda la Guerra de Vietnam. Si bien Nicaragua es un país relativamente seguro en la región, nadie es intocable. Ningún privilegio o fama alejará la violencia y cualquiera puede encontrarla en cualquier momento o lugar. 
Todos deberíamos aprender respecto a la violencia, pues muchas veces tendremos que decidir y actuar por nuestra propia cuenta. Lo cierto es que somos responsables por nuestra propia seguridad. No es responsabilidad de la policía o el gobierno, o el cuidador. Tampoco la solución vendrá por el lado de la tecnología. Vendrá del único recurso que todos tenemos escondido: LA INTUICIÓN. 
La violencia tiene patrones detectables y señales de advertencia que todos podríamos leer. 
La mejor herramienta de predicción son los llamados indicadores previos al incidente. Estos indicadores son factores detectables que ocurren antes que el resultado predicho. Las ideas y los impulsos son indicadores previos a la acción. Y por supuesto, existen indicadores previos para la violencia. 

LA TECNOLOGÍA DE LA INTUICIÓN

La intuición es saber algo sin saber por qué. La raíz es la palabra tuere que significa "cuidar, proteger". Muchos expertos no tienen la creatividad o imaginación de los recién iniciados puesto que están muy familiarizados con los patrones conocidos, mientras que la mente del inexperto está abierta a todas las posibilidades. 
La intuición es un don que todos tenemos, mientras que la retención del conocimiento es una habilidad. La curiosidad es, después de todo, la forma en que respondemos a nuestra intuición. Pero nosotros, a diferencia de otras criaturas, a veces elegimos no explorar o, incluso, ignorar a nuestra intuición. Y cada día, las personas que hacen esto, son víctimas de la violencia o los accidentes. Y muchas veces, aunque la intuición hable claro, buscamos otras opiniones antes de escuchar a nosotros mismos. 
Somos extraños para evaluar los riesgos: prestamos más atención a los riesgos que están fuera de nuestro control (desastres aéreos, terremotos, etc.) e ignoramos los que podemos controlar (fumar, hacer dieta, los accidentes de autos, etc.) a pesar que los segundos son más probables que los primeros. Toleramos los riesgos familiares más que los extraños. Los negamos porque estamos hechos para ver lo que queremos ver. Es el cerebro el que ve, no el ojo. 
En realidad, evaluamos a las personas constantemente de forma intuitiva, pero sólo prestamos atención consciente cuando hay una razón para ello. Lo vemos todo, pero lo editamos casi todo. Y cuando algo nos llama la atención, deberíamos atender.
Pero el proceso intuitivo a veces no funciona también como su proceso contrario: el proceso de negación. 

LAS PREDICCIONES

 Aunque vivimos en la era espacial, aún tenemos mentalidad de la edad de piedra: somos competitivos, territoriales, violentos, como eran nuestros ancestros. Todos tenemos el recurso de la violencia ("no sería capaz de matar a nadie, a menos claro que trate de dañar a un hijo mío"), lo que cambia es la justificación que damos a su uso. Solemos llamar "inhumanos" a los crímenes más atroces, pero por muy repugnantes que sean, son actos humanos. Los criminales más aberrantes tienen cosas comunes a cualquier persona. Cuando aceptamos que la violencia la cometen personas que parecen y actúan como personas, silenciamos la voz de la negación, esa que dice "esa persona no parece un criminal."
Algo que predice el comportamiento violento es la niñez de la persona. Las estadísticas muestran una consistencia impresionante: el 100% de los asesinos en serie fue abusado en la niñez bien con violencia, negación o humillación. La niñez difícil, si bien no excusa nada (muchas personas con ese problema pudieron superarlo), sí ayuda a explicar muchas cosas. 
Otra característica en común de los criminales (y que tienen otras personas) es la necesidad de estar en control. Esas personas crecieron en ambientes caóticos, violentos o adictivos. Para ellos, controlar a otros es la única forma de predecir su comportamiento. 
Por otra parte, los asesinos no son tan diferentes a nosotros como creemos. 
Hay señales a las que prestar mucha atención, sobre todo cuando un extraño se acerca a una persona (peor si la persona está en posición vulnerable): 
  • La otra persona comienza a hablar de "nosotros" cuando, en realidad, no hay un propósito compartido. Ese tipo de acercamiento hay que pararlo de manera directa, aun a costa de parecer rudo. 
  • La otra persona se muestra encantadora. La sonrisa es una de las máscaras más comunes para ocultar la emociones. Ser encantador no es igual a ser bueno. El encanto no solicitado debería ser motivo de sospecha. 
  • Dar detalles de más. Cuando una persona sabe que miente tiende a dar detalles innecesarios y habla más de la cuenta. 
  • La otra persona se niega es escuchar el NO que se le dice. O busca controlar o no está dispuesto a desistir. Recordar que NO es una oración completa y no debería ser negociada. 
Recordar siempre que una persona sin agenda, que no quiere nada de otra, no se le acercará. Preste atención a lo que le causa alarma porque la intuición siempre responde a algo y siempre actúa en beneficio de la propia persona. La intuición es siempre correcta, lo que falla es cómo se interpreta la misma. 
A las personas violentas se les aplican los mismos conceptos mundanos que a todos: 
  • Buscamos conexión con los demás. 
  • Nos entristecen las pérdidas y tratamos de evitarlas.
  • Nos disgusta el rechazo. 
  • Nos gusta el reconocimiento y la atención. 
  • Haremos más para evitar el dolor que para conseguir placer. 
  • Nos disgusta hacer el ridículo. 
  • Nos importa lo que los demás piensan. 
  • Buscamos un nivel de control en nuestras vidas. 
Muchos de los errores al predecir el comportamiento es creer que los demás perciben del mismo modo que hacemos nosotros. Para predecir mejor, hay que ver la situación desde el punto de vista del otro, y también del propio. 

EXTRAÑOS EN LA CASA. 

A veces hay que dejar entrar a un extraño en la casa, por ejemplo alguien que trae un mueble o viene a hacer una reparación. Cuando nos sentimos cómodos con su presencia es porque hemos predicho que el extraño no será un peligro. En realidad, hemos valorado intuitivamente los pro y los contra de su comportamiento. 
Todas las predicciones, no solo las de peligro, se pueden mejorar escribiendo el comportamiento esperado y comparando con el comportamiento contrario. 

Favorable/Desfavorable
  • Se limita a hacer su trabajo/Ofrece ayuda en tareas no relacionadas. 
  • Respeta la privacidad/Es curioso y hace muchas preguntas. 
  • Mantiene la distancia/Se acerca demasiado. 
  • Espera para ser acompañado/Se mueve libremente por la casa. 
  • Comenta sólo respecto al trabajo/Trata de conversar sobre tópicos no relacionados al trabajo. 
  • Le importa el tiempo, trabaja rápido/No tiene apuro por terminar e irse. 
  • No le importa si hay más personas en casa/Pregunta si hay otros en casa. 
  • No le importa si se espera a alguien/Pregunta si se espera a alguien. 
  • No le presta a usted demasiada atención/Lo mira fijamente. 
Así como se puede predecir el comportamiento una vez que se conoce el contexto o la situación, también se puede reconocer el contexto por el comportamiento. Si vemos que una persona llega corriendo al aeropuerto e insiste en que lo atiendan rápido podemos suponer que es alguien que está a punto de perder un vuelo y no que es, por ejemplo, un voluntario pidiendo una donación. La intuición conoce más de la situación de lo que creemos. 

AMENAZAS E INTIMIDACIONES

Muchas personas han pensado en hacerte daño. Esos pensamientos pueden ser terribles e inevitables y expresarse en forma de amenazas. Las palabras amenazantes tienen como propósito causar ansiedad que no puede ser ignorada. La amenaza tiene un lado positivo: el que la profiere ha considerado ejercer la violencia pero la ha descartado (al menos por el momento). 
Las amenazas adquieren realidad en el contexto en que se hacen. En temas de seguridad, el contexto es mucho más importante que el contenido. Una amenaza es una intención de hacer un daño. Pero si ofrece alternativas, salidas, o condiciones, no es una amenaza: es intimidación. Esa es una distinción importante. 
Las intimidaciones son declaraciones de condiciones a cumplir para evitar un daño. Lo que desea el que intimida es que se cumplan sus condiciones, no hacer el daño. Con las amenazas, sin embargo, no hay condiciones, y en ese sentido se parece a una promesa: son fáciles de ofrecer, pero difíciles de cumplir. Ambas tienen el propósito de convencernos de una intención; pero no son garantías, contratos, o compromisos, son simplemente palabras. Su poder reside en el miedo que infunden en el que las recibe. 
La forma en que se responde a las amenazas determina si serán un instrumento valioso para el que las profiere o solamente palabras. Así, es quien escucha las amenazas el que decide cuán poderosa será la misma. Si el que escucha la amenaza comienza a temblar, se pone pálido, o pide perdón, ha convertido la amenaza o la intimidación en oro molido para el que la profiere. Pero si no parece afectado por eso, la reduce solamente a palabras. 
Incluso, en los casos en que la amenaza es en serio, requiriendo intervención y medidas extremas, nunca hay que mostrar miedo o que se toman muy en serio las mismas. 

EN CONCLUSIÓN: GESTIONE SUS MIEDOS

Tenemos razones de sobra para temer a la gente de vez en cuando. Pero, ¿cuándo? No es necesario andar en un estado de vigilancia constante. Hace falta prestar atención a las señales que nos da la intuición y evaluar las misma sin negación. Entonces, el miedo obtiene credibilidad. Confiar en la intuición es exactamente lo opuesto a vivir con miedo. 
El miedo real es una señal que pretende ser muy breve, un mero sirviente de la intuición. El miedo extendido y sin respuesta es destructivo. Pero el miedo no es una emoción como la tristeza, ni es un estado como la ansiedad: el miedo real es una señal de supervivencia que se siente en presencia del peligro. 
Por supuesto, la cautela y la precaución son altamente necesarias, pero muchas personas creen que para estar seguras tienen que estar extra alertas. Pero ese estado hace que se reemplace lo que está ocurriendo realmente con las imaginaciones de lo que podría ocurrir. Estamos muchos más abiertos a recibir señales de todo tipo cuando no estamos enfocados en esperar señales específicas. 
La precaución es constructiva, vivir en miedo constante, no. 
En realidad, si temes algo es una sólida señal de que eso no está ocurriendo. Temes caerte al llegar al borde del abismo, pero no te has caído. El pánico es el gran enemigo de la supervivencia.  
Cuando se siente miedo real, el mismo se asocia a la presencia de peligro, y se vincula al dolor o la muerte. Lo que se teme es rara vez lo que uno piensa, es a lo que se vincula el miedo. 
Recordar: el miedo dice que algo podría pasar. Si pasa, ya dejamos de temer y respondemos, nos rendimos, o empezamos a temer lo siguiente que podría pasar. Sea lo que sea, cuando tememos no está pasando. 
La preocupación, la ansiedad, la angustia todos tienen un propósito, pero no son miedos. Cada vez que sienta algo que no se pueda vincular al dolor o a la muerte, y que no sea una señal de peligro, no debería confundirlo con miedo. Tal vez es algo que vale la pena entender y gestionar, pero preocuparse no lo resolverá. 
La preocupación es el miedo que nosotros mismos fabricamos. 






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