SOLEDAD Y LIDERAZGO Si quieres que otros te sigan, aprende a estar solo con tus pensamientos - W Deresiewicz Resumen de ...
SOLEDAD Y LIDERAZGO
Si quieres que otros te sigan, aprende a estar
solo con tus pensamientos- W Deresiewicz
Resumen de la conferencia impartida a
estudiantes de West Point en Octubre 2009.
La soledad y el liderazgo están relacionados. De hecho, la soledad
es una de las necesidades más importantes de un verdadero liderazgo.
Liderazgo no es lo mismo que excelencia. Esto implica que se puede
tener excelencia en algo y eso no implica que seas un líder.
Lo que abunda, incluso en las universidades y academias militares
élites, son jóvenes que tienen altas competencias técnicas, pero que viven
demasiado ocupados para tener tiempo para pensar. Son, realmente, “excelentes
ovejas.” Este es un enfoque que puede llevar a esos jóvenes muy lejos en la
vida.
Pero hay algo desesperadamente equivocado en todo esto, incluso
peligroso. Ese tipo de personas florece en las burocracias, con sus políticas,
procedimientos y reglas, así como con gente luchando por escalar posiciones de
poder. El ejército de USA, por ejemplo, es una de las mayores burocracias del
mundo. Por diferente que sea el ejército de cualquier otra institución de la
sociedad, en relación con la burocracia es muy similar. Es por eso importante conocer cómo las
burocracias operan, qué tipo de comportamiento, carácter, se premian y qué tipo
se castiga allí.
En las burocracias se promueven a los que se comportan de modo
común, ordinario, usual; se promueve a los que sonríen como tiburones y te hacen
sentir incómodos con su mera presencia, pues sientes que estás haciendo algo
mal y ellos no te lo van a decir.
Son gente sin talento para organizar, ni iniciativa, ni siquiera
orden, nada que los distinga o caracterice: solo la habilidad para mantener la
rutina en marcha. Es un gran misterio en las burocracias que los talentos se
quedan estancados en el medio y que los mediocres son lo que terminan en
posiciones de liderazgo. Lo que te hace ascender no es la excelencia, es
talento para maniobrar, es patear a los que tienes debajo, complacer a tus
superiores, encontrar a un mentor poderoso y vivir a su costa hasta que llegue
el momento de apuñalarlo por la espalda. Son lo que se convierten en lo que
otra gente quieren que sea, hasta que terminan sin tener nada por dentro. Son
los que no toman riesgos estúpidos tratando de cambiar cómo se hacen las cosas
o cuestionando por qué se hacen. Los que ascienden en las burocracias son los
que se dedican a mantener la rutina.
Esos personajes son lo que uno encuentra en los entornos donde lo
que se premia, por encima de todo, es la conformidad.
La falta de liderazgo es un problema nacional. Se tiene una crisis
de liderazgo en todos los países, en cada institución. No sólo en el gobierno.
Se vio en la Guerra de Iraq, donde estábamos atascados debido al fallo del alto
liderazgo, tanto militar como civil.
Tenemos esa crisis de liderazgo porque nuestro poder y riqueza,
ganado bajo el liderazgo de las generaciones anteriores nos hicieron complacientes
y que los líderes se entrenaran en simplemente seguir la rutina. Pueden
responder preguntas, pero no formularlas. Pueden cumplir metas, pero no saben
cómo establecerlas. Pueden pensar en cómo hacer las cosas bien, pero no si son
las cosas correctas a hacer. Lo que se tiene ahora son los tecnócratas más
grandes que el mundo ha visto nunca, gente que se ha entrenado para ser
increíblemente buena en algo específico, pero que no tiene interés en nada más
allá de su área de especialidad. Lo que no se tiene son líderes.
Lo que no se tiene, en otras palabras, son pensadores. Gente que pueda pensar por sí misma, que puedan
formular una nueva dirección (para el país, la corporación, la universidad, el
ejército), una nueva forma de hacer las cosas, una nueva forma de mirar las
cosas. Gente que, en otras palabras, tenga visión.
La mayoría de las personas cuando escuchan estas cosas, piensan
que esto no ocurre en la institución a la que pertenecen. Suponen, por ejemplo,
que el ejército es el último lugar dónde se querría hablar de pensar
creativamente o de cultivar la independencia de la mente. No es accidente que
la palabra regimiento es la raíz de régimen. Los que ingresan al ejército
seguramente son los últimos conformistas, la gente que acepta las cosas como
son y que no tiene interés en cambiarlas. No son el tipo de jóvenes que piensa acerca del
mundo, que pondera los grandes asuntos, que cuestiona la autoridad. Si fueran
así hubieran ido a otra parte, no a una academia militar. En una academia
militar te dicen lo que debes de hacer y de pensar.
Pero todos saben que eso no es cierto. El modelo de oficial
realmente efectivo en el campo se caracteriza por tener juicio independiente,
libertad para la acción comedida, y para expresar desacuerdo, así como con la
responsabilidad crucial de no permitir jamás la tiranía.
Los cambios en la naturaleza de la guerra en los últimos años
demanda que los oficiales sean capaces de pensar de modo independiente,
creativo, y flexible. Que desplieguen un amplio rango de habilidades en
situaciones complejas y cambiantes. En el campo de combate se necesita gente
que sea capaz de ir más allá que seguir órdenes y ejecutar rutinas.
Es el caso del General David Petraeus, el mejor soldado de su
generación, y el más aclamado. Es uno de esos casos raros que fue capaz de
ascender por la burocracia por las razones correctas. Es un pensador, un
intelectual, de hecho fue nombrado en el 2008 el Intelectual Público del Año a
nivel mundial por la revista PROSPECT. Tiene un título de doctor, pero eso no
es lo que lo hizo un pensador, ni tampoco ser docente en Princeton o en West
Point. Se puede afirmar que hay
muchísima gente altamente educada que no sabe pensar del todo.
No, lo que hizo al General un pensador, y un líder, es
precisamente que es capaz de pensar por sí mismo. Y porque puede hacerlo, tiene
la confianza, el coraje, para luchar por sus ideas aunque no sean populares.
Incluso cuando no complacían a sus superiores. Existe el coraje físico, que la
mayoría de los soldados posee en abundancia, pero existe también el coraje
moral, el coraje para defender aquello en lo que uno cree.
No fue fácil la ruta del General Petraeus. Cuando estaba a cargo
de Mosul en 2003 como comandante y desarrollaba la estrategia que luego
formularía en su Manual de Campo para la Contrainsurgencia, molestó a muchísima
gente. Estaba muy lejos del liderazgo en Bagdad y Washington, y a los burócratas no les gusta
este tipo de cosas. Aquí estaba este general de dos estrellas diciendo de forma
explícita, pero en voz alta, que el liderazgo estaba equivocado en la forma de
conducir la guerra. En realidad, no fue
premiado al principio. Fue puesto a cargo de una unidad de entrenamiento
iraquí, que fue considerada un golpe mortal a su carrera. Pero el General se aferró a sus creencias y
finalmente fue reivindicado. Irónicamente, uno de los elementos principales de
su estrategia de contrainsurgencia es la idea que los oficiales necesitan
pensar de modo creativo, flexible e independiente.
La primera parte de este trabajo es la idea que el liderazgo
verdadero implica ser capaz de pensar por uno mismo y actuar en base a sus
convicciones. Pero, ¿cómo se aprende a hacer esto? ¿Cómo se aprende a pensar?
Lo primero es entender cómo no se aprende a pensar. Un estudio
hecho por investigadores de Stanford apareció hace un par de meses. Ellos
querían imaginarse si los estudiantes universitarios de hoy en día eran capaces
de hacer tareas múltiples con igual efectividad que los adultos. Se preguntaron
cómo se las arreglaban los estudiantes para hacer tareas múltiples.
Lo que descubrieron, que no era para nada lo que esperaban, es que
no se las arreglan. Las habilidades cognitivas expandidas que esperaban
encontrar los investigadores, las facultades mentales que les permitirían
realizar tareas múltiples con efectividad, simplemente no estaban allí. En
otras palabras, la gente no hace tareas múltiples con efectividad. Y este es un
descubrimiento realmente sorprendente:
mientras más tareas múltiples realizan las personas, peores son, no sólo
en otras habilidades mentales, sino también en las propias tareas múltiples.
Los investigadores separaron al grupo de estudio en los que hacen
mucho uso de las tareas múltiples y los que hacen poco uso. Encontraron que
para todos los criterios de medición, los que hacen mucho uso de las tareas
múltiples rendían peor. No eran capaces de distinguir entre información
relevante e irrelevante, e ignorar la última. Eran más distraídos. Eran peores
en la capacidad para guardar la información en la caja conceptual correcta y
ser capaz de recurrir a ella rápidamente. En otras palabras, sus mentes estaban
más desorganizadas. Y eran peores en lo que define precisamente a las tareas
múltiples: pasar de una tarea a la otra.
Realizar tareas múltiples pues, no es sólo no pensar, es afectar
la capacidad de pensar. Pensar significa
concentrarse en algo lo suficiente para desarrollar una idea al respecto. No
es aprender las ideas de otro, o memorizar un gran volumen de información,
aunque esto puede ser útil. Es desarrollar tus propias ideas. O sea, es pensar
por uno mismo. Eso no se puede hacer en intervalos de 20 segundos, siendo
constantemente interrumpido por mensajes de Facebook o de Twitter, o jugando
con el iPod, o mientras se mira algo en YouTube.
Muchas veces el primer pensamiento no es el mejor. El primer
pensamiento de una persona suele ser lo que ha escuchado sobre el asunto, la
sabiduría convencional. Solo mediante la concentración, pegándose al asunto,
siendo paciente, y dejando que todas las partes de la mente entren en juego es
que se da al cerebro una oportunidad de hacer asociaciones, dibujar conexiones,
y tomar a la persona por sorpresa. Y a veces, ni siquiera esa nueva idea es muy
buena. Se necesita tiempo para pensar en eso, para cometer errores y
reconocerlos, para hacer salidas en falso y corregirlas, para controlar los
impulsos, para derrotar el deseo de declarar que el trabajo está terminado y
pasar al siguiente asunto.
Hay estudiantes que alardean de lo rápido que pueden escribir sus
artículos. Pero los grandes escritores no son así de rápido (“Un escritor es alguien a quien escribir le
resulta más difícil que a las demás personas.” – Thomas Mann). James Joyce
escribió Ulises, la gran novela del
siglo 20 a un ritmo de 100 palabras por día. T.S. Elliot, uno de los más grandes
poetas de EU, escribió 150 páginas de poesía en toda su carrera de 25 años (es
menos de media página por mes). Así es con cualquier otra forma de pensamiento.
Se piensa mejor cuando se va despacio y concentrado.
Concentración, foco…Concentración implica juntarse uno mismo en un
solo punto más que dejarse dispersar por todos lados en una nube electrónica y
de insumos sociales. Facebook, Twitter, la TV, la radio, los periódicos y las
revistas, son al final una excusa elaborada para alejarnos de nosotros mismos.
Para evitar la dificultad y las preguntas problemáticas que los seres humanos
tiran en nuestro camino. ¿Estoy haciendo lo correcto con mi vida? ¿Creo en las
cosas que me enseñaron cuando era niño? ¿Qué significan palabras como deber, honor, patria? ¿Soy feliz?
Los estudiantes de un colegio militar de élite están en la
posición privilegiada entre los estudiantes universitarios de hoy en día porque
saben que tendrán trabajo cuando se gradúen, y saben quién será su empleador.
¿Pero qué ocurrirá cuando terminen su compromiso con el ejército? A menos que
sepas quién eres, ¿cómo te podrás imaginar lo que deseas hacer el resto de tu vida? A
menos que seas capaz de escucharte a ti mismo, de oír esa voz callada interior
que te dice lo que realmente te importa, lo que realmente crees, ¿cómo vas a
reaccionar bajo presión? Los demás estudiantes agonizan con estas preguntas,
los estudiantes de colegios militares solamente están posponiendo las
respuestas por unos años.
Tal vez algunos estudiantes de colegios militares están agonizando
ahora con este tipo de preguntas. No todo el que comienza en una escuela
militar puede terminar. No importa y no debería ser motivo de vergüenza. Se les
ha impuesto el entrenamiento más exigente para personas de su edad, y se han comprometido
a trabajar con este tipo de responsabilidad y para enfrentar peligros mortales.
El mismo rigor y régimen al que están sometidos tiende a hacerles perder parte
de la pasión que los trajo aquí. Esto ocurre exactamente igual en Yale. No es
que los estudiantes de allá sean robots. Todo lo contrario. Son intensamente
idealistas, pero el aplastante peso de sus responsabilidades prácticas, todas
esas tareas que se imponen cumplir, les hacen perder a menudo la visión de
cuáles eran esos ideales y de por qué están haciendo todo esto.
Es perfectamente natural tener dudas, preguntas, dificultades. El
asunto es ¿qué hacer con ellas? ¿Se suprimen, te distraes de ellas, o simulas
que no existen? ¿O las confrontas directamente, con coraje? Si decides hacerlo
vas a descubrir que las respuestas a esos dilemas no están en Twitter, o en el
NY Times. Sólo pueden ser encontrados dentro de uno mismo, sin distracciones,
sin presión de pares, en soledad.
La soledad no siempre significa introspección. No es gastar el
tiempo mirando para el espacio. Es trabajar en solitario. Concentración. Es
reparar ese bote, o construir una casa, o cocinar, o escribir un artículo, si
realmente te pones en ello.
Es tu propia realidad, para ti mismo, no para los demás. Pensar
por uno mismo implica encontrarse, encontrar tu propia realidad. Y este es otro problema con Facebook,
Twitter, e incluso con el NY Times: te exponen a un bombardeo continuo de los
pensamientos de otras personas. Viajas por la sabiduría convencional, en la
realidad de otros, no en la tuya propia. Estás participando en una cacofonía
donde es imposible escuchar tu propia voz. Liderar significa encontrar una
nueva dirección, no simplemente ponerte al frente de la manada que está
tratando de subir la colina.
¿Por qué leer libros es mejor que leer Twitter o blogs? Bueno, a
veces no lo es. A veces hay que cerrar el libro, aunque sea para pensar en qué
se está leyendo, en qué piensas acerca de lo que estás leyendo. Pero un libro
tiene dos ventajas respecto a un mensaje corto: Primero, la persona que lo
escribió ha pensado el asunto más cuidadosamente. El libro es el resultado de
su soledad, de su intento de pensar por sí mismo.
Segundo, la mayoría de los libros son viejos. Esto no es una
desventaja, es precisamente lo que los hace valiosos. Se ponen de pie frente a la
sabiduría convencional de hoy en día simplemente por el hecho de no ser de hoy.
Aun si fueran meramente el reflejo de la sabiduría convencional de cuando
fueron escritos, dicen algo diferente a lo que escuchas todo el tiempo. Pero
los grandes libros, los que encuentras
en un syllabus, los que la gente lee continuamente, no reflejan la sabiduría
convencional de su tiempo. Dicen cosas que tienen el poder permanente de romper
nuestros hábitos de pensamiento. Fueron revolucionarios en su propio tiempo, de
pensamiento independiente. Sin la soledad de Adams, de Jefferson, de Hamilton,
y de Paine no habría ahora Estados Unidos.
De modo que la soledad puede significar introspección, puede
significar concentración en un trabajo enfocado, y puede significar una lectura
sostenida. Todas estas cosas ayudan a una persona a conocerse mejor. Pero hay
una forma más de soledad que parece contra intuitiva: la amistad. Por supuesto, la amistad es contraria a la
soledad, significa estar con otras personas. Pero se trata de un tipo
particular de amistad, la amistad profunda de una conversación íntima. Una
conversación larga e ininterrumpida con un amigo. Sin estar enviando mensajes
de texto a otros amigos, sin estar estudiando o escuchando música.
La introspección significa hablar con uno mismo, y una de las
mejores formas de hacerlo es conversar con otra persona. Una persona en la que
se pueda confiar, a la que se pueda mostrar el alma. Con la que te sientas
suficientemente seguro para permitirte reconocer cosas que de otra manera no
reconocerías. Las dudas que no están supuestas a tener, las preguntas que no se
supone que hagas, los sentimientos u opiniones que provocarían risas o
reprimendas de parte de las autoridades.
A esto le llamamos pensar en voz alta, descubrir aquello que crees
en el curso de articularlo. Pero lleva
tanto tiempo y paciencia como la soledad en el sentido estricto. Y nuestro
nuevo mundo electrónico ha irrumpido violentamente pues ahora en lugar de tener
uno o dos amigos verdaderos, con los que nos podemos sentar y hablar por tres
horas seguidas, tenemos 968 “amigos” con los que nunca hablamos realmente, sino
que intercambiamos mensajes de texto. Esto no es amistad, es distracción.
Esto no es fácil para los jóvenes. Incluso, si tiraran sus
teléfonos celulares y desconectaran sus computadoras, el rigor del
entrenamiento que tienen en un colegio militar los mantiene tan ocupados que no
pueden estar en soledad en ninguna de sus formas. Pero deben intentarlo debido
precisamente al trabajo para el que se entrenan, que se los demandará.
Se conocen de escándalos en bases navales del ejército USA donde
toda una unidad se vio involucrada, supuestamente bajo el mando del oficial a
cargo. ¿Qué harían ustedes si se tratara de su unidad? ¿Tendrían el coraje para
hacer lo correcto? ¿Saben siquiera qué es lo correcto? Es fácil leer un código de conducta, pero no
lo es ponerlo en práctica, sobre todo cuando se corre el riesgo de perder la
lealtad de las personas que sirven a tu mando, o la aprobación de tus
superiores. ¿Qué hacer si uno ve a sus superiores realizando algo que sabes que
es incorrecto?
¿De dónde sacar la fortaleza y la sabiduría para desafiar una
orden que no es inteligente o cuestionar una política equivocada? ¿Qué hará la
primera vez que tenga que escribir una carta a la madre de un soldado que fue
asesinado?¿Cómo encontrar palabras de consuelo que no sean más que fórmulas
vacías?
Estos son dilemas realmente formidables, más de los que la mayoría
de las personas tiene que enfrentar en sus vida. Además, ustedes tienen apenas 23 años. El
momento para comenzar a preparase es ahora. Y la forma de hacerlo es pensado en
todas estas cosas por ustedes mismos- moral, mortalidad, honor, de modo que
tengan la fortaleza para tratar con ellas cuando se presenten. Esperar a que
las confronten en la práctica es como esperar a aprender a tirar en tu primer
combate. Una vez que tienes la situación delante, es demasiado tarde. Tienes que
estar preparado por adelantado. Necesitas sabe, ya, quién eres y en qué crees,
no lo que cree el Ejército, no lo que creen tus compañeros (ese puede ser
exactamente el problema), sino lo que tú mismo crees.
¿Cómo puedes hacer esto a menos que tomes consejos contigo mismo
en soledad? Soledad y liderazgo no son contradictorios, por el contrario, la
soledad es la misma esencia del liderazgo. La posición del líder es al final
intensamente solitaria, incluso intensamente solo. No importa cuántas personas
consultes, eres quién tiene que tomar las decisiones duras. Y en tales momentos,
todo lo que realmente tienes es a ti mismo.
Share This
About author: Hugo
Cress arugula peanut tigernut wattle seed kombu parsnip. Lotus root mung bean arugula tigernut horseradish endive yarrow gourd. Radicchio cress avocado garlic quandong collard greens.