EL ALERO O EL HOMBRE ALA Los militares, cosmonautas, submarinistas, y los miembros de muchas profesiones de alto riesgo se entrenan...

EL ALERO O EL HOMBRE ALA


EL ALERO O EL HOMBRE ALA



Los militares, cosmonautas, submarinistas, y los miembros de muchas profesiones de alto riesgo se entrenan una y otra vez como equipo antes situaciones realistas para lograr acciones, respuestas y apoyos sin siquiera tener que pensar en ello.

  •     Un samurai japonés practicaba sin cesar el uso de la espada hasta que se convirtiera en una "extensión del brazo".
  •       Un jugador de profesional de fútbol americano duerme con la pelota apretada al antebrazo.


Estas prácticas son las que facilitan la decisión y la acción rápida.

Para el caso de los aviadores militares eso se extiende más allá de sus habilidades personales, para lograr que todo el escuadrón actúe como un ente único. Sobre esto trata el concepto del "hombre ala". Esto lo entienden los militares de una forma que nunca podrá ser apreciada por los civiles. De hecho, los aviadores inventaron el concepto.

Los pilotos militares son los que con más frecuencia vuelan múltiples aeronaves en formación cerrada. En toda formación aérea hay un líder. Todos los demás en esa formación se llaman "hombres ala" o "aleros" por su posición respecto al líder. Esta posición se estudia cuidadosamente para que siempre puedan ver al líder y seguirlo en las complicadas maniobras de la formación. Hay muchas configuraciones para las formaciones (cola, escalón, punta de dedos, etc.), pero en todas las naves y las tripulaciones que no sean el líder se consideran "aleros".

En un sentido más amplio se podría decir que en toda formación hay un líder y seguidores. El concepto de hombre ala se basa en tres características o virtudes: lealtad, integridad, y compromiso. Estas virtudes son esenciales en condiciones de combate, pues de ellas depende la vida y el cumplimiento de la misión.

La función primaria del alero es proteger los puntos ciegos del líder (la llamada posición 6 en punto, o 180 grados del punto focal del líder).

Como los roles y las responsabilidades cambian en función de las complejidades de las maniobras o el combate real, los líderes pueden convertirse temporalmente en aleros y viceversa. En cualquier caso, quien sea que esté de líder confía sin reservas en que el alero protegerá sus espaldas. La aplicación efectiva de este concepto se manifiesta en el conocimiento tácito y la confianza de todo el equipo en que lo demás harán lo requerido en el momento adecuado. Es este tipo de dependencia extrema lo que permite que el grupo opere como una unidad, donde cada nave individual subordina su rendimiento individual y reconocimiento al beneficio de toda la formación. Este tipo de coordinación es la que permite que una rápida sucesión una primera nave abra un agujero en una fortaleza y otra haga pasar por el mismo una bomba guiada por láser.

La transferencia del concepto de "hombre ala" o "alero" a los entornos no-militares debía ser evidente, pero con frecuencia no lo es. Tal vez el ejemplo más claro es un equipo de fútbol americano profesional: se abren huecos en las líneas contrarias para que un corredor pase por ahí y gane unas yardas; los recibidores hacen complicadas maniobras para recibir pases; las defensas protegen al mariscal de los defensores del otro equipo para que pueda iniciar las jugadas; mientras que el mariscal no necesita mirar ni coordinarse con el resto del equipo para saber dónde debe lanzar el balón y qué tiempo puede tenerlo antes que lo derriben. Y todo esto ocurre en menos de cuatro segundos.

El concepto se puede aplicar también a los negocios. Pero casi nunca esto sucede. Sí, puede ser que en los negocios las cosas no son de vida o muerte, como en el combate aéreo, pero los negocios tienen actividades que requieren ser coordinadas como en las operaciones militares. Entonces, ¿por qué en los negocios abundan los "nichos" y "feudos" mientras que el combate aéreo sigue siendo un trabajo en equipo?

La motivación puede ser un factor. Es difícil lograr esa armonía con gente que no se lleva bien o con los  que no se tienen objetivos compartidos. Por otro lado, cuando uno sabe que puede no llegar vivo al amanecer o anochecer siguiente, no es difícil tomar interés por lo que hace su compañero, y cómo interactúa con uno.

No es lo mismo ser líder que ser gerente. Dado que el refuerzo mutuo no es motivado naturalmente por instintos de supervivencia en los negocios, instalar esto se convierte en el trabajo del líder. En esta tarea hay un fuerte componente psicológico que trataremos en otra ocasión, pero basta decir que los líderes en las situaciones no militares tienen que dedicar considerable más atención a crear una cultura de refuerzo mutuo y apoyo que los mandos militares, dado que no cuentan con la motivación de estar en situación de vida o muerte.

Inculcar la cultura de refuerzo mutuo (el concepto de alero) en un entorno típico de negocio requiere tener una visión de sistema respecto al mismo. Especialmente cuando los equipos abarcan varias áreas funcionales, es absolutamente esencial que todos tengan la perspectiva mayor del propósito del sistema. En el pasado, ni siquiera los militares eran buenos en esto. Pero los desafíos y los costos de la no-cooperación les enseñaron la lección. El concepto de alero para el apoyo mutuo ha estado entre nosotros por mucho tiempo. Pero esta cultura no se crea de modo espontáneo, ni en el entorno militar ni en los negocios, aunque es más fácil de promover en el ámbito militar donde hay vidas por medio. En el mundo civil el concepto de alero tiene igual potencial, pero requiere mucho más esfuerzo del líder para lograr esto.