CÓMO SER UN BUEN CONSULTOR   Los consultores seguimos culpando a los clientes por la mala ejecución. Pero no estamos dispues...

CÓMO SER UN BUEN CONSULTOR


CÓMO SER UN BUEN CONSULTOR
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Los consultores seguimos culpando a los clientes por la mala ejecución. Pero no estamos dispuestos a revisar nuestros propios errores. Esto significa cuestionarse los supuestos de la consultoría tradicional.
Son supuestos comunes (y equivocados) en la consultoría:
  • Creer que transferir conocimientos es una de las mejores cosas que un consultor puede hacer por sus clientes.
  • Depender de las herramientas, los métodos y las técnicas para encontrar soluciones.
  • Creer que el objetivo mayor de la consultoría es dar consejos sobre cómo resolver problemas.
El desafío real para los clientes es cómo generar el cambio en sí. No es producir ideas sobre el cambio, es hacer el cambio.
Los consultores mediocres se guían por los supuestos mencionados arriba. Los grandes consultores, por el contrario, trabajan en función de:
  • La calidad de la relación con el cliente.
  • La conducción y el carácter del consultor
  • La definición de quién es el cliente y el propósito más profundo del contrato de consultoría. 
Estos atributos no se pueden ver, pero se sienten muy bien cuando están presentes. Los mismos están arraigados en la postura interna del consultor relativa al mundo del cliente, al conocimiento, y a sí mismo. Por postura interna se entienden los sentimientos, las creencias, los puntos de vista, y las perspectivas que mueven las acciones del consultor
Si bien el conocimiento experto es necesario, no es suficiente. La postura interna del consultor tiene poco que ver con la aplicación de la ciencia de la consultoría y todo que ver con la sabiduría aplicada de forma que el cliente se mueve profundamente, y por sí mismo, a la acción. 
Es raro que los clientes busquen a un consultor para hacer crecer la organización, más bien los buscan para resolver problemas. Esto lleva al consultor a aceptar el papel de “salvador” de la organización. Muchas empresas juegan bien este rol. Los consultores quieren ser útiles y agregar valor con su proceso en la única forma que saben: resolviendo problemas.
Pero este enfoque del consultor como "salvador" no funciona: Una vez que el consultor se retira, todo se pierde. No hubo apropiación del conocimiento. El conocimiento hay que aprenderlo por exploración, debate, y lucha interna, no porque lo transfiera el consultor.
Asociada a la estrategia de ser el "salvador", están consecuencias que no son convenientes para la relación cliente-consultor: 
- El consultor adquiere poder sobre el cliente. 
- El consultor reclama que el valor agregado está en el uso de herramientas y métodos. 
- El consultor lo que desarrolla con prioridad es la habilidad de ventas para ganar más clientes.
EL BUEN CONSULTOR
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El buen consultor, el maestro, tiene como todo consultor un inventario de teorías, modelos, y herramientas sin los cuáles no podría funcionar, pero no es por ello que se diferencia del resto: es por cómo puede “sentir” la situación del cliente, por su habilidad para actuar con acierto en el momento, y moverse sin ego. Esto no lo proveen las técnicas, pues proviene de una postura interna sana del consultor.
Lo que hacen los buenos consultores es identificar los patrones que moldean la cultura de la organización. El objetivo de consultor maestro es impactar en los patrones fundamentales del cliente para producir un cambio profundo y serio.
La estrategia primaria para esto es una  asociación profunda con el cliente, que se diseña para llevar al cliente a un nuevo nivel de salud y rendimiento. Aquí tanto el consultor como  el cliente se afectan. Juntos crean una relación auténtica, vulnerable, que explora tanto el cliente, como  el proceso y la propia relación de forma cada vez más profunda y amplia.
Ambos ven su trabajo juntos como creativo, y lleno de aprendizajes, donde cada parte es bien imaginada y diseñada. 
Siguiendo esta estrategia primaria, el maestro usa tres estrategias secundarias para la relación con el cliente, con el conocimiento, y consigo mismo
1. Desarrolla una asociación centrada en el cliente
El cliente es todo el sistema. El consultor maestro estimula a sus clientes a apreciar el sistema. Están claros que los clientes tienen capacidad para crecer por sí mismos. Por tanto, se posicionan como guías, no como expertos. Ven a sus clientes como responsables por los resultados, mientras que permanecen como partes en el proceso.
2. Comparte el conocimiento de forma abierta y libre
Saben que la clave de su efectividad está en aplicar el conocimiento en tiempo real. Además, buscan siempre que sea posible transferir conocimiento y aumentar la sabiduría de sus clientes.
3. Ven la calidad de su carácter como un catalizador para la transformación y el aprendizaje.
Tiene una actitud de confianza de que puede ayudar acompañada de humildad para aprender. 
LA CONSULTORÍA CENTRADA EN EL CLIENTE 
El objetivo de la consultoría es ayudar al cliente a crecer y a lograr sus objetivos. Lo que impide a los clientes crecer está oculto en la cultura, y no es obvio de ver ni fácil de resolver (si fuera obvio y fácil el mismo cliente lo habría resuelto). 

Esto requiere que el consultor saque a luz los objetivos en competencia que están sumergidos en la organización y busque cómo la organización pueda resolverlos. También requiere que el consultor esté dispuesto a poner en riesgo su contrato en el servicio a las necesidades mayores del cliente como un todo, que sea capaz de confrontar a la persona que paga el cheque si el comportamiento de la misma está dañando a la organización como un todo. 
Este es el punto de vista que adopta el maestro. Y esto tiene muchas implicaciones en como planifica el proceso de consultoría, y toma decisiones en el camino. 
Al terminar la consultoría el cliente debe quedar más completo, saludable y capaz que al comenzar. Se requiere que tanto el cliente como el consultor se enfoquen a los resultados, más específicamente:
  • El cliente es el responsable final de los resultados. Esto es clave para el éxito.
    • No jugar a ser el salvador. El objetivo no puede ser evitar asumir responsabilidad.
    • El cliente asume responsabilidad plena y hace mucho del trabajo duro necesario.
    • El cliente es quien se sienta en el timón (y no el consultor)
    • Hay una co-propiedad del proceso para obtener los resultados.
    • Énfasis en lo que hará el cliente en el proceso (más que en lo que hará el consultor)
    • Contratar entregables del cliente (en lugar de entregables del consultor).
    • Expresar esto claramente desde el inicio.
    • Rol del consultor ante los resultados: proveer conocimientos, actuar como un facilitador efectivo, y guiar el proceso (sin sentarse en el lugar del cliente).
  • Las necesidades del cliente son de importancia primordial para el consultor. Los esfuerzos se diseñan en función de esto.
    • No actuar en servicio propio.
    • Las necesidades del pagador son importantes, pero son parte de las necesidades de todo el sistema.
    • Si es necesario, confrontar al pagador. Hacerle ver como participa en la situación problema.
    • Enfocar en las acciones de aprendizaje, aunque sea un proceso doloroso.
    • Sacar a la luz temas que el cliente no quiere discutir.
    • No asumir trabajos que sabe que van a fracasar o no agregar valor alguno.
    • Ponerse a veces en riesgo para poder ser exitoso.
  • Cada cliente es único, y todos los servicios se tienen que personalizar para satisfacer sus necesidades únicas.
    • Evitar dar recomendaciones de cajón (iguales) a todos los clientes. Cada uno es único.
    • Preguntar activamente lo que necesita el cliente.
    • Poner lo que necesita el cliente como objetivo principal y subordinar a eso todo lo demás. Por eso, aprende primero acerca de la organización del cliente, para luego diseñar las soluciones más apropiadas. Su historia, los factores de éxito, sus aspiraciones, sus oportunidades. Las respuestas a esto invitan a un conjunto único de soluciones
    • Trabajar juntos en lograr ese entendimiento. Estar muy abierto a entender la situación del cliente. Escuchar y oír realmente.
  • El aprendizaje del cliente está en el centro de la actividad de consultoría.
    • Buscar aprender. Las respuestas son fáciles y no producen aprendizaje. ¿Qué está ahora más claro para usted?
    • Crear contratos donde aprender es la meta.
    • Aprender en cada paso del camino.
    • Aprovechar las oportunidades que se descubren.
    • Inquirir para buscar respuestas, volver a formular un problema, o lograr una nueva perspectiva.  
  • El cliente es capaz de resolver sus propios problemas y transformarse a sí mismo.
    • El rol del consultor no es “poner” algo en el cliente, sino quitar algo que le impide aplicar el conocimiento que tiene.
    • El problema no es la falta de conocimiento del cliente, sino su falta de capacidad para sacarlo a la superficie y dirigir las opciones de la organización.
    • Buscar las motivaciones más profundas de la falta de interés y compromiso.
    • Escuchar sin juzgar, buscando aprender de verdad de la organización.
    • Comunicar lo aprendido a otros, compartiendo el servicio.
    • Invitar a una comunicación sana y a expresar los sentimientos partiendo de la base que el conocimiento está en el sistema y que duele sacarlo a flote.
    • Ayudar al cliente a expresar sus aspiraciones y descubrir por sí mismo los factores que facilitan o inhiben lograr las mismas.
    • Tratar a todos en el sistema con el máximo respeto y cariño.
    • Actuar de forma congruente, siendo un modelo de como se expresan los sentimientos, la compasión y los pensamientos.
Cuando se actúa así, el consultor muestra una enorme integridad. La paciencia tiene sus recompensas. Cuando se está construyendo algo en algún nivel hay que dar tiempo a que las cosas se digieran. El cambio lleva tiempo, pero vale la pena. 
Para el consultor se aplica lo mismo que escribió Sun-Tzu para el líder:
Un consultor es mejor cuando la gente casi ni sabe que existe, no es tan bueno cuando la gente lo aclama y obedece, y es peor cuando lo idolatran. Un buen consultor habla poco, y cuando su trabajo se hace, y se logra el objetivo, los clientes dicen “nosotros lo hicimos solos”.